¿Nunca os habéis preguntado qué habría pasado si la hija del alcalde del distrito 12 hubiera salido escogida en los Juegos del Hambre? Aquí podréis verlo. Disfrutad :)

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martes, 25 de septiembre de 2012

Capítulo 1- La Cosecha.

Los tenues rayos de sol se cuelan por la ventana de mi habitación y me hacen entreabrir los ojos. Pestañeo varias veces hasta que consigo acostumbrarme a la luz, y me levanto lentamente de mi pequeña cama. Me acerco a un reloj que hay en la pared, y veo que ya son las once y media. En un día normal no me habría permitido dormir hasta tan tarde, pero hoy no es un día normal: es el día de la Cosecha. Aunque esta absurda "celebración" (por llamarla de algún modo) no empieza hasta las dos, decido empezar a prepararme ahora. Me voy al baño y me doy una larga ducha de agua fría. Aunque somos de las pocas familias del Distrito 12 que disponemos de agua caliente, prefiero no desperdiciarla. Además, así consigo despertarme del todo. Cuando termino, me pongo un bonito vestido blanco que heredé de mi madre, y busco en un cajón mi insignia de oro. La llevo puesta todos los años, porque confío en que me dará suerte y me protegerá de no acabar en el Capitolio. Era de mi tía, Mayslee Donner, que murió hace veinticuatro años en el Vasallaje de los Veinticinco, unos Juegos del Hambre que se celebran cada veinticinco años con algún cambio para hacerlos más interesantes. Aquel año, de cada distrito habría cuatro tributos, en lugar de dos. La insignia consta de un pequeño pájaro cantor, un sinsajo, rodeado por un círculo dorado. Es sencilla, pero muy valiosa sobre todo para mí, ya que es lo único que me mantiene unida a mi tía, a la que jamás llegué a conocer. Sé por mis padres que llegó a estar entre los cinco finalistas, algo muy increíble debido a la mayor cantidad de oponentes. Se alió con el vencedor de aquel año, el único que sigue vivo en nuestro distrito, Haymitch Abernathy. Justo después de que cada uno tomara un camino diferente para no ser los dos finalistas, unos mutos con forma de pájaro mataron a mi tía.
Me coloco la insignia en el vestido, me recojo el pelo con un lazo rosa y suena el timbre.
Bajo corriendo las escaleras, me peino las puntas del cabello rubio con las manos y abro la puerta. Allí me encuentro con Katniss, una chica de la Veta a la que considero mi amiga, aunque ella no piense lo mismo de mí. Es simpática una vez la conoces, y sé que si ella saliera elegida para los Juegos, tendría muchas posibilidades de ganar. Porque es una superviviente. Sabe cazar, se le da muy bien manejar el arco, y por eso todos los días va al bosque a cazar ilegalmente para conseguir alimento para su familia. Siempre va con su mejor amigo, Gale.
Gale, él también ha venido. Noto como mis mejillas se encienden, y rápidamente esbozo una tímida sonrisa. Aunque me cueste admitirlo, Gale me gusta desde hace tiempo. Pero sé que no hay nada que hacer, porque se nota a kilómetros de distancia que él está enamorado de Katniss. Eso me duele, mucho, porque no he amado a nadie como amo a Gale, pero lo afronto, porque prefiero su felicidad antes que la mía.
-Bonito vestido- dice él, sacándome de mis ensoñaciones.
Yo miro fijamente esos ojos grises que tanto me gustan, intentando descubrir si lo dice de verdad o en broma. Sea como sea, le voy a seguir el juego. Aprieto los labios y sonrío.
-Bueno, tengo que estar guapa por si acabo en el Capitolio, ¿no?
Él me mira desconcertado, y sé que no sabe si lo digo en serio o en broma.
-Tu no irás al Capitolio- dice, con la mirada fría.- ¿Cuantas inscripciones puedes tener? ¿Cinco? Yo ya tenía seis con solo doce años.
-No es culpa suya- interviene Katniss.
-No, no es culpa de nadie. Las cosas son como son- dice él.
-Buena suerte, Katniss- digo yo, pasando de Gale.
Katniss me da unas fresas que me han traído del bosque, y yo le doy algo de dinero por ellas.
-Lo mismo digo- dice, aunque sabe que a ella le hará mucha más falta la suerte que a mí.
Cierro la puerta, deseándole en un susurro suerte a Gale. Se que ambos la van a necesitar. Al ser de la parte pobre del Distrito 12, cada año piden teselas para tener más alimento para sus familias. A cambio, sus nombres aparecerán más veces en las urnas el día de hoy. Siento mucha pena por ellos. Sé que ambos tienen posibilidades de ganar si salen elegidos, pero no puedo evitar entristecerme al saber que Gale tiene cuarenta y dos papeletas. Cuarenta y dos posibilidades de ir a los Juegos. Yo, por mi parte, tengo menos posibilidades de salir elegida ya que, al ser hija del alcalde, no he tenido que pedir teselas, y mi nombre solo ha entrado cinco veces en la urna, las correspondientes a un adolescente de dieciséis años.
Aparto estos pensamientos de mi mente y me como algunas fresas antes de dirigirme a la plaza, donde tendrá lugar la Cosecha.
Apenas presto atención al discurso que da mi padre sobre los Días Oscuros; mi vista está fija en las urnas donde se esconden los nombres de los dos desafortunados que representarán al Distrito 12 en los Septuagésimo cuartos Juegos del Hambre. Effie Trinket, venida del Capitolio, se acerca a la urna de las mujeres, no sin antes decir su peculiar grito de "las damas primero". Aprieto con fuerza la insignia mientras rezo en silencio porque no sea yo, ni tampoco Katniss. Pero la suerte no está de mi parte, y antes de darme cuenta ya estoy subiendo las escaleras hacia el escenario.
Porque Effie Trinket ha dicho mi nombre: Madge Undersee.